sábado, 9 de febrero de 2013

La trágica historia de los Carvajal


                El Palacio de Carvajal esta situado en la Plaza de Santa María, en la esquina  de la calle amargura (ya citada en otra leyenda),  fue mandado erigir por Pedro de Carvajal casado con María de Mayoralgo, entre los siglos XV y XVI, en su fachada además de su extraordinario balcón esquinado y su torre redonda, destaca encuadrado en un alfiz, el blasón en relieve de los Carvajal, que en un principio era en campo de oro una banda de gules (rojo), pero cuando los Carvajales se asientan en Cáceres la banda de gules ya la traen tornada en sable (negro) debido a un triste suceso acaecido a miembros de esta familia.

Palacio de Carvajal en Cáceres.

                Estos hechos transcurren en el siglo XIV durante el reinado de Fernando IV de Castilla, un monarca con una trayectoria política llena de conjuras, conspiraciones, asesinatos y venganzas.

 Desde hacía mucho tiempo atrás las familias de los Carvajal y los Benavides habían estado en continuas disputas echando manos a las armas en numerosas ocasiones. Pero la familia Benavides tenía la simpatía del monarca, favor que no contaba los Carvajales .En una de estas disputas, estando el rey en Valladolid se presentaron ante el Pedro de Carvajal y un miembro de la familia de los Benavides, pidiéndole campo al rey, para que en justo duelo dirimir sus diferencias, el monarca les dio hora y lugar para dicho desafío.

                “Mi señor mi honor ha sido puesto en duda, y deseo una satisfacción, por ello os pido lugar para que en justa lid se ha restituido de dichas ofensas.”- Dijo indignado Pedro de Carvajal.-

                “Así se hará, mañana al amanecer deberéis presentaron para resolver dicha ofensa, en la puerta de Santiago, y que Dios decida.” -Respondió el rey.-

                Y allí al la mañana siguiente, al despuntar el alba, se presentaron a la salida de dicha puerta, donde tras un reñido intercambio de espadas, Pedro de Carvajal dio justa muerte al de Benavides, lo que sintió mucho el rey y agudizó mas su odio hacia la familia de los Carvajales. Desde entonces dicha puerta pasó a llamarse la Puerta del Campo, pues los Carvajal eran oriundos de Valencia de Campos (León).

Patio interior del Palacio de Carvajal, Cáceres.

                Pasó el tiempo, y estando el rey tratando asuntos en Palencia, una noche a la salida de una velada en el palacio real es asaltado y asesinado a puñaladas  D. Juan Alfonso Benavides, miembro de la distinguida familia de los Benavides y gran Privado favorito del rey. Nadie vio a los asesinos, pero las sospechan recayeron en los Carvajales.

                No tuvo el rey tiempo de esclarecer el suceso, pues salió de inmediato con sus huestes hacia la villa de Alcaudete (Jaén), que en su lucha contra los moros, estaba siendo sitiada por su hermano el Infante D. Pedro.  Pero el rey Fernando IV no había olvidado la muerte de su Privado, y en su camino hacia Alcaudete,  acampa con sus tropas en Martos (Jaén), donde recibe la noticia del paradero de Pedro y Juan Alfonso de Carvajal, hermanos y caballero de la Orden de Calatrava, a los cuales atribuía la muerte de Juan Alfonso Benavides, inducido por la familia de este.

                “Mi señor los espías traen noticias del paradero de los Carvajales, han dado con ellos.” -Dijo unos de los capitanes del rey acercándose a él.-

                “Pues hacerles saber que requiero su presencia y si se niegan prendedles  y encadenados traedlos ante mí. Partid de inmediato con cuantos hombres necesitéis y cumplid con la misión que se os ha encomendado.” -Habló el rey.-

                “Así se hará mi señor,  no os defraudaré.”  -Y despidiéndose partió el capitán.-

Grabado decimonónico de Fernando IV (F.I.)

                Y llegaron los hermanos al campamento de Martos  y fueron conducidos al castillo a  presencia del monarca a rendir pleitesía, sin pensar en lo que allí les esperaba.

                “Mi señor he aquí tus súbditos.” -Dijo Pedro de Carvajal.-

                “Prendedles y encadenarlos” -Ordenó el rey-

                “Mi señor, cometéis  un error. “ -Habló Juan Alfonso de Carvajal.-

                Rápidamente soldados armados rodearon a los hermanos Carvajal, sin darles tiempo de echar mano de sus espadas.

                “Mi señor. ¿Cuál es nuestro delito? ¿De qué se nos acusa?” -Dijo extrañado Pedro de Carvajal.-

                “Estáis acusados de matar a traición a Juan Alfonso Benavides y de conspirar contra la corona de Castilla, y vuestra pena será la muerte.” -Espetó uno de los asesores del rey.-

                “Os equivocáis de personas, nosotros no tenemos nada que ver en esa muerte, ante Dios os lo juramos.” –Contestó Pedro de Carvajal- 

Pero la venganza ideada por el  monarca para los Carvajales, iba más allá de la simple muerte por decapitación que tradicionalmente se ejecutaba,  tenía que ser una muerte ejemplarizante a la altura de un monarca vengativo.

“En el plazo de dos días seréis conducido a lo alto de la Peña de Martos en donde se ejecutará vuestra sentencia, allí encadenados de pies y manos seréis arrojados vivos al precipicio, así ha dispuesto nuestro señor Fernando IV de Castilla.” –Dijo el asesor del rey.-

Los nobles allí presente quedaron horrorizados ante tan atroz castigo, cruel muerte esperaba a los Carvajales.

“Por favor mi señor,  recapacitad, juramos ante Dios y nuestro honor, que inocentes somos de la muerte de tan noble vasallo. Os suplicamos y amparamos a tu misericordia.” - Gritaba uno de los hermanos mientras se los llevaban encadenados y custodiados a las mazmorras. -

Grabado decimonónico de la ejecución de los Carvajal. (F.I.)

A los dos días fueron conducidos a lo alto de la Peña de Martos, mucha gente se congregó para ver la sentencia: aldeanos, soldados, nobles y la comitiva del rey.

Antes de ser arrojados con los grilletes en pies y manos (en otra de la versiones se dice que fueron arrojados encerrados en jaulas de hierro), juraron y perjuraron en presencia de todos su inocencia.

“Inocente somos de tal vil asesinato y ya que la justicia real nos condena, aunque inocente somos, os emplazamos a vos Fernando IV de Castilla ante el Tribunal Divino. Así en el plazo de treinta días os presentareis ante Dios y daréis cuenta de tan injustas muertes.”  -Gritó públicamente Pedro de Carvajal y santiguase después.-

El rey carcajeo ante tan vana amenaza e impávido gritó: “Arrojadlos”

Tras estas palabras se cumplió la sentencia y fueron arrojados al precipicio. Los gritos de horror de los presentes inundaron el valle.

“ Oh, ohhh Dios mio.” 

 Los cuerpos destrozados y mutilados por los golpes de las rocas fueron a parar a una explanada, el pueblo afligido, horrorizado y consternado por tal depravada justicia real,  condujeron los destrozados cuerpos de los hermanos Carvajal hasta la Iglesia de Santa Marta en Martos para que reposaran en paz por el resto de los siglos.

Vista de la Peña de Martos en Jaén. (F.I.)

Poco tiempo después en el lugar donde acabaron los cuerpos despeñados, levantaron como símbolo de compasión una cruz de piedra que fue llamada la Cruz del Lloro.

        El rey continuó su marcha hacia el sitio de Alcaudete,  pero al poco tiempo, cae enfermo de gravedad y es trasladado a Jaén para una mejor cura. En su palacio de Jaén parecía que la cura iba por buen camino. Pero un día cumplido el plazo de un mes desde el ajusticiamiento de los Carvajales, el 7 de septiembre de 1312, después de comer y beber en abundancia, y retirarse para su siesta, el rey era encontrado muerto en sus aposentos, ante el asombro de la corte. El presagio se había cumplido, ahora el rey se hallaba ante la justicia de Dios, respondiendo por la muerte de los Carvajales. Desde entonces a Fernando IV se le conoce con el sobrenombre del El Emplazado.

Blasón de los Carvajal, Cáceres

Y esta es la historia de cómo la banda en gules (roja) del escudo de los Carvajal, se torno en sable (negra) en señal de luto permanente.


Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra

Bibliografía consultada:

“Crónicas Reales. Crónica de Fernando IV”
 “Historia de Valladolid”, Juan Ortega y Rubio
“Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid” 
Matías Sangrador Virores.
“Ayuntamiento y familia cacerenses” Publio Hurtado.
“Un romance olvidado de los Carvajales y el Emplazado” 
Manuel Urbano Pérez

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